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"El americano", o el porqué de la España vaciada

05 de mayo del 2020

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          En el año 1950 se sintió en Deleitosa el ruido de un motor que se acercaba por la carretera. En este municipio de la provincia de Cáceres, en el que nadie tenía coche, vivían entonces 3 000 habitantes y el correo llegaba en burro. Algo raro estaba pasando. Bajó del vehículo un hombre bien ataviado, elegante, con unas gafas de pasta gruesas, de gran estatura y con una cámara colgada del cuello. “¿Quién diablos será ese y a qué habrá venido?”, debió de ser la pregunta que prendió como la pólvora por el lavadero, la era y las calles sin asfaltar de este pueblo de la posguerra española.

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Plaza de Deleitosa (Cáceres), por Eugene Smith. (1950). Spanish village. Revista Life

Eugene Smith nació en Kansas, Estados Unidos, en el año 1918. Su carrera como reportero fotográfico tomó relevancia gracias a las instantáneas que captó de la ofensiva estadounidense contra Japón en la Segunda Guerra Mundial. Tras la contienda, y desencantado con la fotografía de guerra, Eugene se centró en el ensayo fotográfico y en la fotografía humanista, lo que le permitió obtener un puesto de trabajo en la revista Life. Fue entonces cuando surgió la propuesta de ir a España a fotografiar la vida durante la posguerra.

Recordemos que nos encontramos en el contexto del Plan Marshall y el macartismo, en el que Estados Unidos mantiene una relación peculiar con España: le permite beneficiarse del rescate económico, pese a su apoyo al nazismo y al fascismo, con tal de fijar un dique más contra el comunismo, que por aquel entonces gozaba de cierta reputación en Europa, en parte por el papel decisivo de la Unión Soviética en la guerra.

Y así fue como un reportero estadounidense, sin conocer una sola palabra de español, pisó con sus relucientes zapatos negros las calles de Deleitosa. Un hecho insólito en la Extremadura rural que quebró la cotidianeidad de la posguerra. La intención de Eugene Smith era realizar un ensayo fotográfico para denunciar la pobreza extrema en la que se encontraba el país:

“Voy a intentar entrar en un pueblo español, y documentar hasta el máximo la pobreza y el miedo causados por Franco. He tenido que engañar a Life sobre que sabía algo de español. Espero que sea el ensayo más importante de mi vida”,

le escribió en una carta a su mujer. Y así dio vida a un reportaje que logró esquivar a la vigilancia franquista. El 9 de abril de 1951 se publicó en Estados Unidos con una tirada de 10 millones de ejemplares. Como era de esperar, no dejó indiferente a nadie.

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Familia en Deleitosa (Cáceres), por Eugene Smith. (1950). Spanish village. Revista Life

La dictadura franquista prohibió su publicación y difusión en España por motivos obvios. Pero lo  curioso es que incluso la redacción de la revista Life descartó ciertas fotografías por considerarlas demasiado explícitas y por miedo a dañar la imagen de su aliado frente al comunismo.

Es cierto que, como comentan los habitantes del pueblo en el documental El americano (Lluís Jené, 2006), el fotógrafo utilizó todas las técnicas posibles para resaltar al máximo la pobreza y la miseria del pueblo. Buscó los perfiles más precarios del lugar y de sus gentes para exaltar la cara más amarga. Sin embargo, no debemos olvidar que si los sacó es porque estaban ahí. De esta manera, Spanish village consiguió derribar de un plumazo la idea de un país en crecimiento que el régimen franquista intentaba mostrar al exterior. Retrató a niños flacos y descalzos caminando por calles empedradas, a mujeres enlutadas de miradas suplicantes, a enjutos rostros de labradores y sus burros, etc. En definitiva, puso imagen a cualquier novela de Miguel Delibes.

Sin embargo, uno de los aspectos que más llama la atención de este reportaje reside en el contraste abismal entre dos mundos que, pese a ser coetáneos, parecen estar separados por cientos de años: el capitalismo estadounidense en pleno auge, frente a la situación de los fotografiados por Eugene. En el documental de Lluís Jené hay una escena determinante que ilustra estos universos antagónicos. Tras pasar la última página del reportaje fotográfico se abre un espacio publicitario a doble página que muestra a una mujer con media melena lacada y un llamativo collar sobre un torso escotado mientras bebe coca cola. La disonancia entre una imagen y otra, con todo lo que ella conlleva, resulta flagrante.

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Dos planos consecutivos del documental El americano (Lluís Jené. 2006)

Tras el objetivo de Eugene también se entrevé un enfoque antropológico. Una mirada que aspira a explicar el nacimiento, el sufrimiento y la muerte del ser humano. Por eso la infancia toma un papel significativo en el reportaje, así como la extenuación del trabajo opresivo, el hambre y la paradoja del dogma. La religión, adoptada o impuesta, que condicionaba cualquier escenario en aquella España, se refleja en ciertas imágenes desde una mirada distante, enjuiciante, y esclarecedora. Y  adquiere su mayor exponente en la última instantánea del ensayo, en la que se muestra la incógnita existencial por excelencia: la muerte.

Eugene consigue colarse en uno de los ritos más interesantes para la antropología: el culto a la muerte y al muerto. El fotógrafo logra retratar un velatorio en el que mujeres arrugadas y cubiertas de negro lloran la muerte de un familiar. Con un encuadre magnífico y una luz digna de las Pinturas negras de Goya, el espectador asiste a una tradición prácticamente extinguida, a un culto a la muerte cargado de culpa y penitencia, en el que el papel de la mujer ocupaba el lugar central. La fotografía en sí es un libro abierto del que se pueden sacar mil conclusiones y relaciones. Bien podría ser una escena de La casa de Bernarda Alba, con todo lo que el poeta reveló y denunció en su obra.

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Velatorio en Deleitosa (Cáceres), por Eugene Smith. (1950). Spanish village. Revista Life

Esta fotografía, además de su relevancia artística y social, desencadenó una historia de amor frustrada que daría pie a cualquier filme de Almodóvar. A la joven del medio, sobre quien recae la luz en un rostro que parece lamentarse más por una libertad arrebatada que por el difunto, le llegó una carta con remitente de California meses después de la publicación del reportaje. Un pretendiente al otro lado del Atlántico se enamoró de ella al verla en la revista y decidió enviar una misiva al alcalde de Deleitosa para proponerle matrimonio. A la carta le siguieron objetos más insólitos si cabe que el ruido del motor que rompía el inicio de esta historia. Llegaron cremas hidratantes, colonias, esmaltes para uñas, etc. Obsequios ofrecidos por un muchacho californiano que aseguraba tener coche propio y que adjuntaba una foto personal con aire de actor hollywoodiense. Un acontecimiento que podría formar parte de Bienvenido Mister Marshall y que, como era de esperar, alimentó las envidias y comidillas del pueblo.

Sin embargo, en contra de su familia, del alcalde y de una apremiante vida en Las Américas, la protagonista de esta fotografía decidió que el californiano no sería su marido. La joven, que ya en la imagen refleja una extraña resignación, desafió todo pronóstico y decidió su propio camino lejos de Deleitosa y de América. Despachó a su pretendiente y poco después, siguiendo la horda del éxodo rural que huía del hambre y el olvido, emigró a Barcelona, donde reside actualmente.

Su nombre es Josefa Larrá y es la protagonista del último capítulo de Quién te cerrará los ojos (2017), el libro de Virginia Mendoza que ha dado pie a esta historia. Un libro gracias al cual hoy sabemos que la joven de la fotografía tomó la decisión de escapar de aquella situación porque, como le confiesa a la autora en una conversación: “Soy libre como el cuco”.

Esta obra de Virginia Mendoza narra 10 historias reales de 10 personas vinculadas al drama de la despoblación en la España rural. Un problema estructural que, como hemos señalado en otras ocasiones en Arché, se viene gestando desde hace décadas y que, desgraciadamente, ha llegado a la agenda cultural  con el nombre de la España vacía o vaciada quizás demasiado tarde.

Quién te cerrará los ojos no se aferra a la nostalgia romantizada ni al lamento inactivo por la España que se pierde. Es una obra que propone, que inventa y que ofrece cierto optimismo pese a la crudeza de la soledad y la injusticia retratada. Una lectura crítica y necesaria, como también lo fue en su día Spanish village, para tomar conciencia de la gravedad de la situación que ha generado el desprecio y la despreocupación interesada hacia la España vaciada. Un recorrido por diferentes puntos de la geografía española que nos descubre, a su vez, vidas tan variopintas como la de Josefa.

Quizás, partiendo de las imágenes de Eugene Smith tomadas hace 70 años, logremos comprender por qué el silencio y la soledad aplastan ahora mismo a miles de pueblos en España, en los que el mayor grito de resistencia es quedarse.

Referencias y notas

Escrito por

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Diego Ventura Cebrián García

Actualmente vivo y trabajo en Bélgica, donde lo único que me falta es el sol. Me siento feliz alrededor de una guitarra, cervezas y buena compañía. "La libertad, querido Sancho...".

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