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El papel del exilio en la literatura lationamericana

7 de diciembre del 2019

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         Argentina; numerosos golpes militares intercalados con gobiernos pseudodemocráticos entre 1955 y 1983: Hector Bianciotti, Julio Cortazar, Edgardo Cozarinsky, Alicia Dujovne Ortiz, Luisa Futoransky, Juan Gelman, Maria Goloboff, Juan José Saer, Federico Undiano, Saúl Yurkiévich, Antonio Di Benedetto, Juan Carlos Martini, Pedro Orgambide, Tomás Eloy Martinez…

Uruguay; golpe de estado y gobierno militar entre 1973 y 1985: Mario Benedetti, Carlos Rama, Eduardo Galeano, Juan Carlos Onetti, Cristina Peri Rossi, Fernando Ainsa, Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal…

Paraguay; guerra civil y posterior dictadura entre 1947 y 1989: Rubén Barreiro Saguier, Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia…

Chile; golpe de estado y posterior dictadura militar entre 1973 y 1990: Jorge Edwards, Antonio Skármeta, Luis Sepúlveda, Isabel Allende…

Brasil; Golpe militar en 1964 y dictadura militar entre 1964 y 1985: Mario Pedraza, Theotonio Dos Santos, Ferreira Gullar, Darcy Ribeiro, Francisco Juliao…

La lista de escritores pertenecientes a países de América Latina que se vieron obligados a exiliarse es extensa, y aunque dicha lista aumentó especialmente su tamaño durante la segunda mitad del siglo XX, lo cierto es que América Latina y exilio son dos conceptos que van unidos desde la aparición de las repúblicas independientes en este subcontinente.

Marco histórico

Para ilustrar hasta qué punto el destierro está ligado a la historia latinoamericana contamos con el caso de José de San Martín y Simón Bolívar, los dos principales libertadores de América Latina. Hoy, ambos, San Martín y Bolívar, son héroes de la nación latinoamericana y de cada uno de los estados que la componen. Sin embargo, José de San Martín falleció en 1850 exiliado en Boulogne sur Mer, y Simón Bolívar, “El Libertador”, murió camino del destierro. También durante el siglo XIX, pero en el campo de las letras, encontramos al argentino Domingo Faustino Sarmiento, al ecuatoriano Montalvo, al cubano José Martí o al puertorriqueño Hostos en esa vasta lista de escritores latinoamericanos exiliados.

La segunda mitad del siglo XX fue un periodo especialmente duro para los países latinoamericanos que, inmersos de lleno en la Guerra Fría y siguiendo el ejemplo de Cuba, intentaron conquistar una independencia real y alejarse de la situación colonial en la que se encontraban. En la mayor parte de los casos, este intento de conseguir la independencia política y económica desembocó en dictaduras militares, debido a una reacción “antisocialista” de las oligarquías nacionales e internacionales que temían perder su privilegiada situación y que contaban con el apoyo de gobiernos extranjeros, que no querían ver como sus empresas perdían poder en la zona. La persecución, los asesinatos y desapariciones de aquellos que fuesen contrarios al régimen no se hizo esperar, y con ellas el exilio, la represión y la censura. Especialmente ilustrativas por su crueldad son las dictaduras militares del Cono Sur: Uruguay (1973-1985), Argentina (1974-1983) y Chile (1973-1990), apoyadas y dirigidas por EE.UU.

Los diferentes tipos de exilio

El exilio interior

(…) Entonces sonó el teléfono y resultó muy fácil estirar la mano. Era una buena amiga, que por supuesto sabía de la operación pero que no preguntó como seguía ni si todo iba bien. También sabía que el apartamento de Las Heras y Pueyrredón no daba a la calle; apenas si por una ventanita del cuarto de baño se veían tres o cuatro metros de plaza. Sin embargo, dijo "Te llamo nada más que para que te asomes al balcón y veas qué lindo desfile militar hay frente a tu casa". Y colgó. Entonces él le dijo a su mujer que mirara por la ventanita del baño. Lo previsible: una operación rastrillo. "Hay que quemar algunas cosas" dijo él, y se imaginó la mirada preocupada de su mujer. Y a pesar de la urgencia trató de tranquilizarla a medias: "No hay nada clandestino, pero si entran aquí y encuentran cosas que se adquieren en cualquier quiosco, como los relatos del Che o la Segunda Declaración de La Habana (no digo Fanon o Gramsci o Lukacs, porque no saben quienes son), o algunos números de la revista Militancia o del diario  Noticias,  eso  basta  para  que  tengamos problemas".

Este fragmento de Primavera con una esquina rota, de Mario Benedetti, refleja perfectamente lo que significa vivir el exilio interior, es decir, la represión directa del régimen dictatorial, la obligada autocensura, el miedo a recibir en cualquier momento la visita de una patrulla militar que se lleve al escritor a la cárcel, a la tortura, o a ese recóndito lugar, la desaparición. Por este motivo, no es extraño que los escritores que vivieron el exilio interior se mostraran menos prolíficos que aquellos que se alejaron de sus países natales.

El exilio exterior

El destierro al que muchos escritores latinoamericanos se vieron obligados determinó completamente la literatura del continente durante segunda mitad del siglo XX. Numerosos escritores de distintas naciones de América Latina se vieron obligados a partir al exilio, abandonando casa, amigos y familia por un periodo indeterminado de tiempo. El exilio exterior obligó a los escritores a cortar vínculos personales con familiares y amigos, pero también con la naturaleza, la cultura y la sociedad del país del que huían.

Hay, desde luego, el traumatismo que sigue a todo golpe, a toda herida. El escritor exiliado es en primer término una mujer o un hombre exiliados, es alguien que se sabe despojado de todo lo suyo, muchas veces de una familia y en el mejor de los casos de una manera y un ritmo de vivir, un perfume del aire y un color del cielo, una costumbre de casas y de calles y de bibliotecas y de perros y de cafés con amigos y de periódicos y de músicas y de caminatas por la ciudad. El exilio es la cesación del contacto de un follaje y de una raigambre con el aire y la tierra connaturales; es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que se sigue viviendo conscientemente, algo como lo que Edgar Allan Poe describió en ese relato que se llama El entierro prematuro.

Los cuatro principales países de asilo para los escritores latinoamericanos fueron: España, Estados Unidos, México y Francia. Es en estos países donde los desterrados de distintos rincones de América Latina convergieron y se aglutinaron, y donde nació, o al menos se desarrolló, el movimiento conocido como boom Latinoamericano. Hasta la generalización del destierro, los escritores de las distintas naciones de América Latina mantenían escasas relaciones entre ellos, lo que generaba una segmentación nacional del territorio. Con el boom, lo que hasta ese momento se había identificado como literatura colombiana, argentina, uruguaya o de cualquier otro país latinoamericano, se fundió eliminando fronteras ficticias*.

El exilio en la literatura

Oscar Waiss defendía la no existencia de una literatura latinoamericana del exilio, sino la de autores latinoamericanos exiliados que continuaban haciendo literatura latinoamericana desde el destierro. Sin embargo, nadie puede negar el efecto que este tuvo sobre dichos escritores.

En la mayor parte de los casos los escritores exiliados situaron la acción de sus novelas en América Latina, en los mismos países de los que provenían o en países vecinos. No obstante, el exilio había modificado el punto de vista que dichos escritores tenían de América. Así, Roa Bastos, que pasó 42 años exiliado, escribe:

El exilio tiene sin embargo la ventaja que da al escritor, al artista, al intelectual, una cierta distancia, una cierta perspectiva con respecto a su realidad. Le permite entrar en ese trabajo más profundo y sutil de la reflexión sobre lo que constituye la realidad de un país.

Y Gabriel García Márquez, que fue forzosamente enviado a París tras la publicación de Diario de un náufrago** en “El espectador” de Bogotá, cuenta que “[…] aprendió a conocer el continente americano en París por el gran número de exiliados latinoamericanos que residían en la capital francesa.”

El exilio no modificó las temáticas de la literatura latinoamericana, pero sí les otorgó ciertos matices propios. Se cargó la obra literaria de crítica sociopolítica y existancialismo, de nostalgia y de ansia de retorno. No podía ser de otra manera dada la realidad social y colectiva de los países latinoamericanos y la realidad personal de los escritores exiliados. Exiliados por la defensa de una actitud política clara, en ocasiones vinculada a una ideología política y en otras ocasiones simplemente, o “complejamente”, a una ideología moral.

Notas finales, o “Para profundizar en el tema del exilio”

La gran mayoría de exiliados latinoamericanos del último siglo ha sido muda, sin voz, compuesta por obreros obligados a partir debido a una afiliación política o a la necesidad de buscarse el pan en otra tierra, lejos de casa. Junto a esta mayoría se encontraba un grupo de escritores, intelectuales y militantes políticos. “Lo general no niega lo particular. Simplemente, ayuda a situarlo. En el exilio hay escritores y también hay albañiles y mecánicos torneros”.

Galeano habla de otro tipo de exilio, de un exilio, dice, “invisible”, que todo escritor latinoamericano ha padecido y padece, y que quizás sea generalizable para escritores de cualquier parte del mundo:

Aunque disfrutemos plenamente de la libertad de expresión en nuestros países, escribimos para todos pero sólo somos leídos por la minoría ilustrada que puede pagar los libros y se interesa por ellos.

Eduardo Galeano, “El exilio, entre la nostalgia y la creación”, 1979.

Referencias y notas

* A esta labor de concienciación de unión cultural latinoamericana contribuyó fuertemente la “Casa de las Américas”, en Cuba.

** “Diario de un náufrago” apareció como una secuencia de artículos escritos por G.G Márquez en “El Espectador” de Bogotá. En ellos García Márquez desveló una trama corrupta en la que se encontraba involucrado el ejército y el gobierno colombianos.

  • Imagen de portada, recuperada de: https://ricardoruizarte.wordpress.com/2016/11/02/historia-del-arte-latinoamericano/

  • Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de América Latina”, 1971.

  • Chile and the United States: Declassified Documents Relating to the Military Coup, September 11, 1973, by Peter Kornbluh, National Security Archive Eectronic Briefing Book No. 8 https://nsarchive2.gwu.edu//NSAEBB/NSAEBB8/nsaebb8i.htm

  • Nixon: “Brazil helped rig the uruguayan elections,” 1971, by Carlos Osorio, National Security Archive Electronic Briefing Book No.71,

  • On 30th anniversary of argentine coup new declassified details on repression and U.S. support for military dictatorship, by Carlos Osorio. https://nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB185/index.htm

  • Mario Benedetti, “Primavera con una esquina rota”, 1982.

  • Julio Cortazar, “América Latina: Exilio y Literatura”, 1978.

  • Oscar Waiss, “La literatura hispanoamericana y el exilio”, 1983.

  • Claude Cymerman, “La literatura hispanoamericana y el exilio”, 1993.

Escrito por

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Carlos Granero Belinchón

Nacido en Cuenca (España), actualmente resido en Toulouse, donde me dedico a la investigación en ciencias físicas. La literatura es una de mis principales aficiones y me siento especialmente atraído por la literatura latinoamericana: Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges…

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