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Los disputados orígenes del realismo mágico

16 de diciembre del 2019

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La Ilustración Española y Americana, Isla de Cuba, Un combate en la manigua. Ramón Padró y Pedret, José Severini

       A pesar de lo que muchos amantes de la literatura latinoamericana puedan pensar, el realismo mágico no tiene su origen en el continente americano. El término “realismo mágico” fue utilizado por primera vez en 1925 en Europa por el crítico de arte alemán Franz Roh. En su libro llamado Realismo mágico: Post expresionismo: Problemas de la pintura más reciente, Franz Roh utiliza la expresión “realismo mágico” para describir la obra de ciertos pintores postexpresionistas, como Max Beckmann u Otto Dix, que comenzaron a pintar objetos ordinarios desde una fascinación nacida del artista, el cual redescubre la realidad más cotidiana, alterándola y otorgándole un matiz mágico.

A América Latina el término llegó con cierto retraso, cuando en Europa ya estaba en desuso. Fue el escritor Venezolano Arturo Uslar Pietri quien lo introdujo en el continente con su libro Letras y hombres de Venezuela publicado en 1948. Y es en América Latina, en torno a las décadas de los cuarenta y cincuenta, donde el realismo mágico, que apenas se desarrolló en Europa, empieza realmente a dar sus frutos en el campo de la literatura.

Es también en la década de los 40, más concretamente en el año 1949, cuando Alejo Carpentier en el prólogo de su novela El reino de este mundo, claramente influenciado por el fenómeno magicorrealista, concibe lo “real maravilloso”. Carpentier establece lo real maravilloso sobre dos postulados: el primero es que la realidad americana presenta unos privilegios estéticos extraordinarios y el segundo que para poder percibir lo real maravilloso del continente americano el escritor debe tener fe en la existencia de las maravillas inherentes al continente: “los que no creen en santos no pueden curarse de los milagros de los santos”. Sin embargo, como veremos más adelante la relación entre realismo mágico y lo real maravilloso no es clara, y está sujeta a interpretaciones.

De esta manera quedan claros los orígenes del término “realismo mágico”, como también lo está su llegada a América Latina. Sin embargo, no es tan sencillo descubrir la raíz del movimiento literario latinoamericano magicorrealista. Para poder llevar a cabo dicha tarea, en primer lugar es necesario definir el realismo mágico. Con ese fin se realizó, en el año 1973, el XVI Congreso Internacional de Literatura Iberoamericana “Otros mundos, otros fuegos. Realismo mágico y literatura fantástica en Latinoamérica”, en el cual se intentó definir el realismo mágico dentro de la literatura del continente. La delgada, tortuosa y a veces difusa línea divisoria entre realismo mágico, lo real maravilloso y literatura fantástica latinoamericana impidió la definición clara de dicho movimiento, que permanece hoy en día nonata.

­ Distintas interpretaciones del realismo mágico ­

Se considera que el primer crítico literario que definió y popularizó el realismo mágico en Latinoamérica fue Ángel Flores en 1955. Flores define el realismo mágico como una “amalgama de realidad y fantasía”, y lo caracteriza por el interés de transformar lo cotidiano en irreal y lo irreal en cotidiano, conduciendo a una nueva génesis de la realidad en la que se presentan las cosas con un nuevo aspecto: maravilloso, fantástico.

En cambio, Luis Leal, Enrique Imbert y Tzvetan Todorov separan completamente realismo mágico y fantasía. Mientras que en la fantasía se crean nuevos mundos e inventan seres fantásticos, en el realismo mágico el escritor no inventa nada, sino que penetra la realidad con el fin de descifrar sus misterios, los cuales forman parte integral de esta. Así, Miguel Ángel Asturias escribe sobre el continente americano que

“la realidad y lo maravilloso son inseparables. Las personas se mueven en una mezcla de magia y realidad … Vivimos en un mundo sin fronteras entre lo real y lo maravilloso”. Entendido de esta manera, el realismo mágico no tiene relación con la literatura fantástica al no distorsionar la realidad. En la literatura magicorrealista realidad y magia forman una unidad nacida de la esencia misma de las cosas: "(...) el escritor magicorrealista se apoya en creencias, actitudes y acciones de los personajes que están guiadas por una cosmovisión que incluye lo maravilloso y lo metafísico como parte de la vida cotidiana convirtiendo la realidad en mágica (...)”. Así, podemos establecer que, mientras la literatura fantástica presenta la magia como si fuera real, el realismo mágico presenta la realidad como mágica.

La línea divisoria entre realismo mágico y lo real maravilloso es aún más difusa, y encontramos expertos para los que ni siquiera existe tal línea, como es el caso de Fernando Alegría, que llega a la conclusión de que realismo mágico y lo real maravilloso son sinónimos, o Gloria Bautista Schwartz, que apoya esta tesis.

La teoría opuesta, de diferenciación entre realismo mágico y lo real maravilloso, es defendida entre otros por Eva Lukavska. Lukavska sostiene que en lo real maravilloso, la realidad es fantástica sin necesidad de que para ello intervenga el escritor. En cambio, en el realismo mágico es el escritor el que mediante el trabajo de la realidad y la penetración en la esencia misma de esta consigue convertir la experiencia empírica en maravillosa. Para conseguir esta mutación de la realidad cotidiana en maravillosa el escritor se vale de numerosos recursos estéticos y narrativos.

Aunque los límites del realismo mágico no han podido ser perfectamente delineados por nadie, en general existen una serie de características que todo el mundo está de acuerdo en atribuirle.

­ Características del realismo mágico ­

1-­ El realismo mágico se apoya en la realidad, y es en esta donde encuentra sus fuentes de creación. Concretamente halla el lugar idóneo para desarrollarse en la realidad latinoamericana, donde la historia y la naturaleza tienen suficientes rasgos misteriosos como para que lo maravilloso pueda ser fusionado con lo real. De esta manera, el escritor utiliza descripciones realistas minuciosas aplicadas a asuntos sobrenaturales.

2-­ En el realismo mágico la cosmovisión del mundo basada en mitos, supersticiones, leyendas y regionalismos toma un lugar central en la narración, incorporando todo este folclore a la realidad y la historia como una parte más de ellas. Gabriel García Márquez, en 1989, durante una entrevista, lo expresó así:

Para ella (su abuela) los mitos, las leyendas, las creencias de la gente, formaban parte, y de manera muy natural de su vida cotidiana. Pensando en ella me di cuenta de pronto que no estaba inventando nada, sino simplemente captando y refiriendo un mundo de presagios, de terapias, de premoniciones, de supersticiones (…) que era muy nuestro, muy latinoamericano (…) aquellos hombres que en nuestro país consiguen sacarle de la oreja los gusanos a una vaca rezándole oraciones. Toda nuestra vida diaria, en América Latina, esta llena de casos como este.

3-­ La cultura popular latinoamericana es fruto de la fusión de grupos étnicos dispares, cada uno de los cuales presentaba una religión y un folclore diferentes. Los escritores magicorrealistas utilizan este conglomerado cultural estructurado sobre múltiples civilizaciones diferentes para exponer las raíces comunes del hombre americano con el hombre universal.

4­- En el mundo magicorrealista los acontecimientos sobrenaturales no provocan reacción alguna en los personajes ni en el narrador, porque son asimilados por estos como perfectamente naturales. De esta manera, se consigue que también sean asimilados como naturales por el lector.

5­- La Naturaleza salvaje se usa frecuentemente para crear esa fusión de magia y realidad, o mejor dicho, para dar una imagen mágica a lo real.

6­- El uso de figuras retóricas para verbalizar la realidad mágica es común. En la literatura magicorrealista abundan la hipérbole, la ironía, la silepsis, la elipsis, la catacresis, el humor, lo onírico, lo telúrico, lo metafísico, la sorpresa, lo absurdo etc. A todo esto suele unírsele la angustia, el pesimismo, la violencia, el uso de un lenguaje popular …

7-­ El escritor magicorrealista no busca en absoluto un orden “occidentalmente” racional en sus relatos. En lugar de ello, lo que intenta es reformular la realidad desde la magia, la leyenda y la tradición. Esta característica es especialmente remarcable en la manipulación complicada del tiempo narrativo.

Muchas de estas características, que se le pueden asociar al realismo mágico, aparecen en un relato breve de Juan Rulfo, de apenas 10 páginas, titulado “Luvina”:

De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. (…) porque en Luvina los días son tan fríos como las noches y el rocío se cuaja en el cielo antes que llegue a caer sobre la tierra. (…)

(…) Ya mirará usted el viento que sopla sobre Luvina. Es pardo. Dicen que porque arrastra arena de volcán; pero lo cierto es que es un aire negro. Ya lo verá usted. Se planta en Luvina prendiéndose de las cosas como si las mordiera. (…)

(…) Por cualquier lado que se le mire, Luvina es un lugar muy triste. Usted que va para alla se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara. (…)

(…) Me parece que usted me preguntó cuántos años estuve en Luvina, ¿verdad …? La verdad es que no lo sé. Perdí la noción del tiempo desde que las fiebres me la enrevesaron; pero debió haber sido una eternidad … Y es que allá el tiempo es muy largo. Nadie lleva la cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años. Los días comienzan y se acaban. Luego viene la noche.

 

Solamente el día y la noche hasta el día de la muerte, que para ellos es una esperanza.

Usted ha de pensar que le estoy dando vueltas a una misma idea.

­ Máximos exponentes y obras representativas ­

Si realizamos la distinción entre realismo mágico y lo real maravilloso, nos vemos obligados a no incluir en esta lista a Alejo Carpentier y sus novelas ¡Écue­Yamba­O!, El reino de este mundo, Los pasos perdidos

Sí se consideran dentro de la literatura magicorrealista las muy reconocidas obras del mexicano Juan Rulfo El llano en llamas y Pedro Páramo. Igualmente, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias atribuyó el calificativo de magicorrealista a gran parte de su obra, entre otras a las novelas Señor presidente y Hombres de Maíz. Por supuesto, se incluyen dentro del realismo mágico todas las novelas pertenecientes al “ciclo de Macondo” del colombiano Gabriel García Márquez: El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora, La hojarasca, Los funerales de la mamá grande y Cien años de soledad. Y, aunque permanece inmerecidamente poco reconocida, encontramos una de las primeras joyas que dio la literatura magicorrealista en la novela Los Sangurimas del ecuatoriano José de la Cuadra.

Se puede apreciar en esta lista de escritores cómo el realismo mágico cuajó en la literatura de toda Latinoamérica desde mediados de siglo XX en adelante, demostrándose la idoneidad de dicho continente para el desarrollo del movimiento. Sin embargo, debido a la dificultad para definir los límites del realismo mágico, se hace imposible distinguir un primer autor, o una primera obra magicorrealista, ya que estos dependen de la descripción escogida. Así, para Ángel Flores, el iniciador del movimiento magicorrealista en America Latina es Borges, mientras que para Luis Leal, Borges ni siquiera entra dentro del movimiento. Por lo tanto, mientras no tengamos una única definición de realismo mágico, la respuesta a la pregunta formulada en el título de este artículo tendrá que esperar.

Referencias y notas

*Imagen de portada: La Ilustración Española y Americana, Isla de Cuba, Un combate en la manigua. Ramón Padró y Pedret, José Severini. Archivo: 1872-03-16.

  • Realismo mágico: Post expresionismo. Problemas de la pintura más reciente. Franz Roh. 1925.

  • Letras y hombres de Venezuela. Arturo Uslar Pietri. 1948.

  • El reino de este mundo. Alejo Carpentier. 1949.

  • Magic Realism in Spanish American Fiction, Hispania, tomo XXXVII n.º 2. Ángel Flores. 1955

  • El realismo mágico en la literatura hispanoamericana, Cuadernos hispanoamericanos Año XXVI, tomo CLII, n.º 4. Luis Leal. 1967

  • Literatura fantástica, realismo mágico y lo real maravilloso, Otros mundos, otros fuegos. Fantasía mágica en Iberoamérica. Enrique Anderson Imbert. 1975

  • Introducción a la literatura fantástica, Tzvetan Todorov, 1971.

  • Quince preguntas, Revolución. Miguel Ángel Asturias. 1959.

  • El realismo mágico: Historiografía y características. Gloria Bautista Schwartz. 1987.

  • ¿Lo real mágico o el realismo maravilloso?, Eva Lukavska. 1991.

  • Realismo Mágico latinoamericano, aproximaciones a su influencia en el periodismo de Héctor Rojas Herazo y Gabriel García Márquez. Camila Villate Rodríguez. 2009.

  • Alejo Carpentier: realismo mágico, Humanitas 1. Fernando Alegría. 1960.

  • El llano en llamas, Juan Rulfo. 1953.

Escrito por

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Carlos Granero Belinchón

Nacido en Cuenca (España), actualmente resido en Toulouse, donde me dedico a la investigación en ciencias físicas. La literatura es una de mis principales aficiones y me siento especialmente atraído por la literatura latinoamericana: Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges…

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