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Silvio Rodríguez: uno más

25 de septiembre del 2020

No me analicen, solo escuchen mis canciones y sueñen con ellas.

                                                           Silvio Rodríguez

     Hará ahora un mes que, escuchando la canción “Llover sobre mojado” de Silvio Rodríguez (San Antonio de los Baños, 1946), me di cuenta de hasta qué punto la poesía de Silvio había influido en mi concepción del mundo y de la vida. Recuerdo que estaba en la sala de mi apartamento de Toulouse. El sol de la mañana entraba por la ventana y yo estaba sentado en el único sillón de la habitación escuchando su disco Tríptico. En ese momento escuché, como ya lo había hecho otras tantas veces:

Absurdo suponer que el paraíso
es sólo la igualdad, las buenas leyes.
El sueño se hace a mano y sin permiso,
arando el porvenir con viejos bueyes.

En ese preciso instante, fui consciente de que Silvio era un gran poeta. Esta idea que de pronto se levantaba ante mí era como esos rayos de sol que habitualmente entran por la ventana sin que nos demos cuenta, hasta que en un momento dado sentimos el calorcito en la cara y hacemos tangible su existencia. Aún hoy me pregunto cómo no me di cuenta antes de esta obviedad. Cogí algunas de sus letras (“Llover sobre mojado”, “Playa Girón”, “Canción del elegido”…) y las leí como otras veces había leído a Mario Benedetti o a Miguel Hernández. Efectivamente, Silvio es un gran poeta. Y lo que es aún más difícil, es un poeta que a lo largo de su vida ha conseguido que exista una coherencia entre sus letras y sus actos. Ha conseguido que de lo dicho a lo hecho el trecho no sea tan grande.

El día que uno dice todo lo demás es mucho más importante que uno solo, ese día, en que uno es capaz de actuar así, yo creo que crece como ser humano. [1]

Silvio Rodríguez siempre ha reivindicado ser hijo de Cuba y de la Revolución cubana, y ya desde pequeño demostró que estaba dispuesto a acompañar las ideas con acciones. En 1961, cuando solo contaba 15 años, decidió marchar voluntario al campo cubano en las brigadas de alfabetización, que en aquellos años se encargaron de enseñar a leer y a escribir a la población rural. Ese mismo año, ingresó en las milicias estudiantiles. Por aquel entonces, Silvio aún no componía ni escribía, pero su compromiso con la gente no se debilitó cuando, años después, pasó a ser conocido por sus canciones en todo el país y fuera de él. Así, decidió ir de voluntario a bordo de varios barcos pesqueros cubanos por las costas de África, el más famoso de ellos el “Playa Girón”, en los cuales se dedicó a animar a los pescadores con su música. Años más tarde, también fue voluntario en Angola, donde visitó numerosos campamentos militares dando conciertos con su guitarra para los soldados cubanos y angoleños. Más recientemente, y a pesar de los años que nunca corren en balde, su compromiso con la gente se ha mantenido firme. En 2008 recorrió 16 cárceles cubanas para ofrecer su música a los reclusos, y desde 2010 realiza su “Gira interminable” (y gratuita) por los barrios más necesitados de Cuba. Y es que ya en su juventud escribía:

Debo dejar la casa y el sillón.
La madre vive hasta que muere el sol,
y hay que quemar el cielo
si es preciso, por vivir.
Por cualquier hombre del mundo,
por cualquier casa.

En varias ocasiones, ha vinculado a Ernesto Guevara, Che (al que ha dedicado numerosas canciones), tanto con su compromiso social como con su compromiso internacionalista. También ha sabido relacionar ambos con Haydee Santamaría (fundadora de la Casa de las Américas), quien le enseñó que los héroes que aparecen en mitos y leyendas son seres humanos de carne y hueso, y que por lo tanto sus gestas pueden ser imitadas por cualquiera que se lo proponga.

 

Quizás por todas estas influencias recibidas, en marzo de 1987 utilizó las palabras “responsabilidad, vocación, inspiración, compromiso, historia y arte”, como los conceptos que definían su obra. No es de extrañar, pues, que algunos años más tarde estuviese dispuesto a “perder”, siempre que fuese defendiendo aquello en lo que creía:

Me vienen a convidar a arrepentirme,
Me vienen a convidar a que no pierda,
Me vienen a convidar a indefinirme,
Me vienen a convidar a tanta mierda
Yo no sé lo que es el destino,
Caminando fui lo que fui
Allá Dios, que será divino
Yo me muero como viví.

Y es que parece que Silvio comparte esa máxima que tan bien explicaba Galeano: “No creo que valga la pena vivir para ganar, creo que vale la pena vivir para hacer lo que la conciencia te dicte que debes hacer y no lo que te conviene”. Silvio prefiere expresar esta misma idea, que contiene a la perfección su compromiso y su responsabilidad para con la sociedad y la historia, de una manera más palpable: “Pasarse la mitad de tu vida calentando un cubo de agua para bañarte con una latica y llegar a un hotelazo y que te caiga un chorro de agua caliente… solo eso, eso es muy corruptor”.   

 

A pesar de su fuerte compromiso, o quizás por ello, la temática explícitamente política no acapara su obra, ni siquiera una parte importante de la misma, y es que Silvio busca cantarle a la gente, despertar emociones bellas, dar una visión más humana de las relaciones sociales y de la vida, formar al hombre a través de la canción de manera que esta no sea solo un simple entretenimiento.

 

No solamente desde el punto de vista del contenido. Político también es hacer una canción más bella desde el punto de vista formal. Recurrir a la poesía, demostrar que hay un lenguaje más depurado, más hermoso, más pleno, que expresa con más profundidad los sentimientos y las relaciones de los hombres con los hombres. Todo eso es político. La canción política es todo lo que se haga tanto en el contenido como en la forma en aras de mejorar al hombre. [2]

 

Quizás este haya sido el objetivo de Silvio durante todos estos años, y quizás por ello, haya escrito desde la profundidad y la franqueza, al amor, a la condición humana y a la utopía, ese sueño que habrá que hacer a mano y sin permiso.

Referencias y notas

[1] Documental "Ojalá", sobre la vida y obra del trovador Silvio Rodríguez, producido por Catorce con la coproducción de TVE.

[2] Documental Sobre La Canción Política (1976) Director: Bernabé Hernández.

Escrito por

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Carlos Granero Belinchón

Nacido en Cuenca (España), actualmente resido en Brest, donde me dedico a la investigación en ciencias físicas. La literatura es una de mis principales aficiones y me siento especialmente atraído por la literatura latinoamericana: Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges…

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